Además del color, los insectos tienen otros mecanismos para protegerse. El exoesqueleto les da un primer grado de protección. Pueden tener olores repulsivos y sabores. Muchos insectos repelen a sus atacantes mediante productos químicos; las hormigas producen un ácido que repele y agrede a sus predadores y algunas larvas de mariposas son capaces de asimilar glicósidos con efectos cardiacos.
Puede hablarse de mecanismos de defensa pasivos y activos.
Mecanismos pasivos
La mayoría de los insectos tratan de escapar cuando son atacados o amenazados, volando, corriendo, brincando, nadando o zambullendo. Algunos se hacen los muertos cuando perciben una amenaza. Algunos caculos, doblan sus patas, se dejan caer de la planta y permanecen inmóviles aparentando una partícula de "algo". Otros asumen posturas que imitan partes de plantan y permanecen inmóviles por un rato.
Refugios
Muchos insectos viven en condiciones bajo las cuales a los enemigos se les hace difícil atacarlos. Algunos se meten dentro del tejido de la planta o del animal, debajo de rocas, en el suelo o construyen su propio refugio.
Camuflaje
Otros insectos desarrollan colores que facilitan el que se confundan con su entorno. Muchos saltamontes son del mismo color de la superficie de la que se alimentan. Otros se parecen a objetos en su entorno, como es el caso de los palitos. Otros se cubren con materiales o con excremento. Una de las formas más impresionantes y efectivas de mímica es la de que una especie se parezca a otra que es venenosa, como algunas moscas que parecen abejas y avispas. Algunas mariposas desarrollan sabores desagradables y rara vez son atacadas por otros animales. Otras mariposas que no tienen estos sabores desagradables imitan (mimetismo) a las que si los tienen y se benefician al no ser
consumidas por otros animales que ya han probado las venenosas y desisten de su consumo.
Mecanismos activos
Defensa química
Esto puede incluir desarrollar sabores desagradables para evitar ser consumidos por depredadores. El uso de repelentes o el inyectar veneno. La mayoría de estos insectos desarrollan colores bien llamativos e intensos que el depredador aprende a asociar con peligro. La mariposa monarca y las mariquitas tienen sabores muy desagradables y los depredadores tienden evitar consumirlas. Otros emiten olores desagradables como las chinches apestosas (Hemíptera) y los picayjuyes (Dermaptera).
La mariposa monarca obtiene ciertos químicos de la planta que consume y almacena en glándulas en las alas, cuando el pájaro las consume se enferma y vomita violentamente, en el proceso aprende a
evitar consumir las monarca y de paso a aquellas que se le parezcan.
Otros insectos tienen un arsenal más potente y tienen la capacidad de inyectar un veneno que mata o paraliza la víctima. Las abejas y avispas son los ejemplos clásicos, así como los blister beetles. Algunas orugas tienen pelos urticantes que causan irritaciones severas. Otros sencillamente muerden y puede ser acompañado de veneno o hacer daño mecánico dependiendo de la estructura del aparato bucal.
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